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Los poetas de la Contrarreforma

La Contrarreforma es la manera de actuar de la Iglesia católica ante la reforma protestante de Martín Lutero, que había debilitado el poder de la Iglesia. Esta te etapa de la historia se dio desde mediados del siglo XVI hasta mediados del siglo XVII.

 

Se muestra principalmente en los siguientes aspectos: la reimplantación de los tribunales de la Inquisición, la creación de la Compañía de Jesús como orden religiosa modelo y la reunión del Concilio Ecuménico de Trento.

 

 

  Luis de Góngora

 

Si ociosa no, asistió Naturaleza

Incapaz a la tuya, oh gran Señora,

Concepción limpia, donde ciega ignora

Lo que muda admiró de tu pureza.

 

Díganlo, oh Virgen, la mayor belleza

Del día, cuya luz tu manto dora,

La que calzas nocturna brilladora,

Los que ciñen carbunclos tu cabeza.

 

Pura la Iglesia ya, pura te llama

La Escuela, y todo pío afecto sabio

Cultas en tu favor da plumas bellas.

 

¿Qué mucho, pues, si aun hoy sellado el labio,

Si la naturaleza aun hoy te aclama

Virgen pura, si el Sol, Luna y estrellas?

​

 

 

 

​  Lope de Vega

 

¿Quién es aquel Caballero

herido por tantas partes,

que está de expirar tan cerca,

y no le socorre nadie?

 

«Jesús Nazareno» dice

aquel rétulo notable.

¡Ay Dios, que tan dulce nombre

no promete muerte infame!

 

Después del nombre y la patria,

Rey dice más adelante,

pues si es rey, ¿cuándo de espinas

han usado coronarse?

 

Dos cetros tiene en las manos,

mas nunca he visto que claven

a los reyes en los cetros

los vasallos desleales.

 

Unos dicen que si es Rey,

de la cruz descienda y baje;

y otros, que salvando a muchos,

a sí no puede salvarse.

 

De luto se cubre el cielo,

y el sol de sangriento esmalte,

o padece Dios, o el mundo

se disuelve y se deshace.

 

Al pie de la cruz, María

está en dolor constante,

mirando al Sol que se pone

entre arreboles de sangre.

 

Con ella su amado primo

haciendo sus ojos mares,

Cristo los pone en los dos,

más tierno porque se parte.

 

¡Oh lo que sienten los tres!

Juan, como primo y amante,

como madre la de Dios,

y lo que Dios, Dios lo sabe.

 

Alma, mirad cómo Cristo,

para partirse a su Padre,

viendo que a su Madre deja,

le dice palabras tales:

 

Mujer, ves ahí a tu hijo

y a Juan: Ves ahí tu Madre.

Juan queda en lugar de Cristo,

¡ay Dios, qué favor tan grande!

 

Viendo, pues, Jesús que todo

ya comenzaba a acabarse,

Sed tengo, dijo, que tiene

sed de que el hombre se salve.

 

Corrió un hombre y puso luego

a sus labios celestiales

en una caña una esponja

llena de hiel y vinagre.

 

¿En la boca de Jesús

pones hiel?, hombre, ¿qué haces?

Mira que por ese cielo

de Dios las palabras salen.

 

Advierte que en ella puso

con sus pechos virginales

una ave su blanca leche

a cuya dulzura sabe.

 

Alma, sus labios divinos,

cuando vamos a rogarle,

¿cómo con vinagre y hiel

darán respuesta süave?

 

Llegad a la Virgen bella,

y decirle con el ángel:

«Ave, quitad su amargura,

pues que de gracia sois Ave».

 

Sepa al vientre el fruto santo,

y a la dulce palma el dátil;

si tiene el alma a la puerta

no tengan hiel los umbrales.

 

Y si dais leche a Bernardo,

porque de madre os alabe,

mejor Jesús la merece,

pues Madre de Dios os hace.

 

Dulcísimo Cristo mío,

aunque esos labios se bañen

en hiel de mis graves culpas,

Dios sois, como Dios habladme.

 

Habladme, dulce Jesús,

antes que la lengua os falte,

no os desciendan de la cruz

sin hablarme y perdonarme.

​

​

​

  Francisco de Quevedo

 

       En la muerte de Cristo

 

Pues hoy derrama noche el sentimiento
por todo el cerco de la lumbre pura,
y amortecido el sol en sombra oscura
da lágrimas al fuego y voz al viento;

   pues de la muerte el negro encerramiento
descubre con temblor la sepultura,
y el monte, que embaraza la llanura
del mar cercano, se divide atento,

   de piedra es, hombre duro, de diamante
tu corazón, pues muerte tan severa
no anega con tus ojos tu semblante.

   Mas no es de piedra, no; que si lo fuera,
de lástima de ver a Dios amante,
entre las otras piedras se rompiera.

 

Estos son unos poemas que escribieron algunos de los poetas de mayor importancia. En los versos se puede observar el gran apoyo que se le da a la Iglesia católica en esta época que tanto lo necesita debido a su gran pérdida de influencia sobre el pueblo.

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